Continuando un poco con los post sobre el viaje de febrero-marzo a Natal y Pipa 2017, hoy quería hacer una referencia del Hotel Rifoles, en el que nos alojamos en la ciudad de Natal.
La reserva fue realizada a través de Despegar.com. Una parte se pagaba al momento de la reserva, y el restante en el check-in.
La zona en la que se encuentra el Rifoles es ideal. Está en plena Ponta Negra, y a la vez alejado de la parte central de la playa, que me pareció poco atractiva y más vieja, con una costanera de calle muy angosta, y la playa llena de vendedores y gente.
Por el contrario, en la bajada del hotel (directa a la playa) todo es más tranquilo, ya que empieza la parte «apartada» de la costa. Si bien hay algunos vendedores, pasan con mucha menor frecuencia, y hay algunos puestos de milhos y crepes, otros de tragos y bebidas, que la verdad que nos fueron de mucha utilidad al almuerzo, por tener régimen de media pensión (desayuno y cena).
Las instalaciones:
Cuenta con 5 piletas, repartidas en los muchos niveles que bajan hacia la playa. Tiene una piscina central, que es la más grande y tiene entretenimiento y bar. Las restantes, se distribuyen en terrazas, y son más pequeñas y tranquilas, con menos gente, ideales para relajarse. También hay pequeñas piletas para niños.
Tiene varios bares distribuidos en la parte de las piscinas y el lobby. El restaurant, que se usa para desayunar, almorzar y cenar, tiene una parte cerrada y otra al aire libre, en una terraza que mira al mar.
En la playa hay servicio de reposeras y sombrillas en bastante cantidad, por lo que en ese sentido fue muy cómodo.
Tiene cocheras sin costo aparte, una emplazada a nivel de la calle a cielo abierto, y otra subterránea. Cada quién estacionaba sin tener lugar asignado, por lo que el auto que alquilamos, hasta quedó en la calle, a cuidado del guardia del propio hotel.
Cuenta con sauna húmedo, un gimnasio bastante completo, sala de juegos para chicos y adultos.
Por si alguien necesitara, tiene un par de computadoras de escritorios conectadas a Internet, de uso libre, que funcionaban muy bien, y me sirvieron para averiguar algunas cosas y hasta para escribir.
Por el lugar donde está emplazado, tiene grandes desniveles desde el lobby hacia la playa. Si bien cuenta con ascensores en esta parte, como en la de las habitaciones, y siempre estaban a disposición rápidamente, permanentemente hay que usar escaleras o rampas, principalmente en toda la parte exterior y bajando a la playa. Esto es algo que hay que tener en cuenta, ya que algunas personas que tengan problemas de movilidad o ancianos, se encontrarán con una complicación, a pesar de estar todo conectado con rampas.
Habitación:
Nos encontramos con una habitación bastante amplia, con un buen placard y muchos lugares para guardar cosas, caja fuerte, un baño muy lindo y grande, balcón lateral hacia el mar. Contaba con una cama king muy cómoda, y otra de una plaza, por lo que hasta tres personas se podrían haber alojado. El frigobar está repleto de bebidas, a un precio algo alto, pero se puede utilizar para guardar otras compras. Este apartado tiene un muy buen puntaje en mi opinión.
La zona de las habitaciones está totalmente separada y aislada de la parte del hall y todas las áreas comunes, por lo que siempre es tranquilo y silencioso. Además tiene ascensores independientes para cada ala del edificio, por lo que es muy cómodo para moverse.
Tiene un sistema diferente para indicar si no se quiere ser molestado, o si están haciendo el servicio a la habitación.
Otra cosa que destaco, es que a cada habitación le corresponden tarjetas llave, una cuenta de wifi propia gratis, limitada a los huespedes con un código y contraña para cada una, por lo que siempre anduvo bien, y también para cada uno, tarjetas de toallas de playa, que usamos cuantas quisimos y nunca tuvimos problemas.
Comidas
El desayuno tenía buena variedad de panificados, fiambres, bastantes frutas, cereales, huevos revueltos y jugos realmente naturales. Nada fuera de lo normal.
Las cenas si son para destacar. Todas las noches que estuvimos fueron comidas distintas, organizados en un buffet de no más de 10 platos principales. Cada cosa era muy elaborada y de gran calidad. Ejemplos: paella, cazuela de mariscos, salmón rosado, guiso de bacalao, lechón asado, cordero, chop suey, sushi, etc. También se complementaban con pastas y sopas muy buenas. Además, cada noche, un chef preparaba alguna minuta a pedido. Las entradas de fiambres y quesos eran espectaculares, y también la variedad de postres fue muy buena. Realmente nos gustó muchísimo tener la pensión incluida en el hotel, y por dos razones: la primera, que siempre hubo cosas riquísimas y elaboradas, y segundo, en la zona no hay muchas opciones para cenar.
Como contra, lo único que puedo decir, es que las bebidas no están incluidas, como es frecuente en este tipo de régimen, y tienen un precio bastante elevado.
También es posible tomar el almuerzo, pero en este caso es a la carta.
Conclusión
Creo que elegir el Rifoles fue muy acertado. Ofrece muchísimo y por un muy buen precio. También la atención de sus empleados nos dejó conformes. La zona en la que está es la indicada si van a Natal. Si buscan otros hoteles, fíjense que sea hacía el Centro de Convenciones, donde está por ejemplo el SERHS Natal Grand, o el Hotel Prodigy. Por mi cuenta, volvería a elegir este hotel.
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